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Un cuento de Matemáticas

domingo, 13 de enero de 2008

Durante los primeros años del Estalinismo, un matemático ruso llamado Razin se hizo muy famoso por sus descubrimientos en teoría de números. Tanto que llamó la atención del Politburó, que envió un emisario para proponerle ser miembro del partido. "El partido necesita gente como usted", le argumentaron. Al pobre Razin le convenció más el miedo a desagradar al todopoderoso PCUS que su interés en la política, y finalmente aceptó.
Sin embargo, sus intereses estaban centrados en los números y durante las aburridísimas sesiones del Partido él se dedicaba a jugar con sus teoremas. Esa actitud no pasó desapercibida durante mucho tiempo. Una tarde, al salir de regreso a casa un amigo le dió 50 rublos y le advirtió de que no debia ir a su casa pues los comisarios políticos le estaban esperando para detenerlo. "Vete a la estación y toma el primer tren que salga. No le digas a nadie a donde vas" le dijo.
Razín obedeció, se fué a la estación y se subió en el primer tren que vio. El tren paró en un pueblo remoto de Siberia, donde la nieve llegaba hasta la cintura. Él no llevaba ropa adecuada, ni comida, no tenia donde meterse. Intentó llegar hasta la puerta de una casa, pero como la nieve se lo impedía cogió una pala y despejó el camino hasta la puerta. En la casa no había nadie, pero como palear le hizo entrar en calor siguió haciendolo hasta que despejó toda la calle. Los vecinos, al verle tan dispuesto le acogieron en su comunidad y Razin asumió el nombre de Fiodor Alexeiev y el oficio de quitanieves.
Fiodor Alexeiev se convirtió en un hombre muy querido en su nuevo pueblo. Durante el día quitaba nieve de las calles, y durante las noches se sumergía en su mundo de números y estructuras matemáticas.
Pero tanta popularidad no pasó desapercibida a los miembros del PCUS local, que le propusieron formar parte del partido.
Fiodor Alexeiev intento una vez mas eludir el ofrecimiento, esta vez argumentando que él solo era un pobre obrero analfabeto y que una persona así no podia ser en absoluto útil para el partido. El partido, entonces le obligó a asistir a una escuela nocturna donde le enseñarian a leer y escribir y las cuatro reglas. Fiodor Alexeiev se resignó a su destino y acudió a las primeras sesiones de la escuela nocturna, junto con otros 24 trabajadores analfabetos, campesinos, albañiles, artesanos...
Al cabo de unas semanas de clases, la maestra escribió en la pizarra: 1+1=2. Y dijo: "Esto es así siempre, en invierno y en verano, y siempre será así. Aprendanselo".
Fiodor Alexeiev no pudo más, se levantó y dijo: Usted se equivoca señorita. Yo puedo demostrarle que bajo ciertas condiciones y considerando algunos conceptos de matemática moderna esa afirmación puede no ser cierta.
Se acecó al encerado, cogió una tiza y comenzó a desarrollar complicados teoremas. Cuando hubo llenado de fórmulas la pizarra, siguió del otro lado. Cuando estuvo lleno cogió un trozo de carbón y continuó escribiendo en las paredes. Una hora después, en la esquina de la pared ecribió su conclusión: 1+1=2.
Fiodor Alexeiev miró su resultado perplejo y dijo: "Un momento, esto no puede ser, me he debido equivocar en algún sitio. Voy a repasarlo". En ese momento se oyó el rumor de los demás compañeros de clase susurrandole: "La constante de Planck, la constante de Planck..."

Esta historia no es real, por supuesto. Nunca existió un matemático llamado Razín en la URSS. Pero me parece tan hermosa que no me he podido resistir traerla aqui. Está adaptada (la escribo directamente de la memoria) de un libro llamado Paisaje pintado con té, de Milorad Pavic.

1 Responses:

Anónimo Says:

muy bonito me ha gustado mucho el cuento. lo que está claro es que 1+1=2. Gracias por bajar al terreno de los ignorantes (por una vez).
Y saludos a Planck.
El porterete